El plan Caputo frente a USD 17.500 millones en vencimientos

Este mes pone a prueba la estrategia de absorber pesos y renovar deuda para evitar un salto del dólar. El esquema depende de bancos y fondos dispuestos a seguir financiando al Tesoro, en un mercado cada vez más tensionado por la falta de liquidez.

Política 12/08/2025
NOTA EOCNOMIA

Una bola de deuda imparable

 

Un agosto que no perdona. El Ministerio de Economía enfrenta este mes un calendario que resume las tensiones de todo el plan Caputo: u$s17.500 millones en vencimientos de deuda en pesos, más de la mitad concentrados en un solo día. El miércoles 15 de agosto vencen $14,98 billones en Lecaps y, dos semanas después, otros $8,03 billones. Son cifras que no se resuelven con discursos sobre “equilibrio fiscal” ni con marketing de redes: necesitan pesos reales y voluntad de los acreedores para refinanciar.

 

La jugada oficial combina dos movimientos: absorber liquidez para que no se fugue al dólar y renovar todo lo posible en cada licitación. El Banco Central, siguiendo la coreografía de Caputo, subió en un mes los encajes bancarios de 20% a 40% para cauciones y fondos comunes de inversión, y de 36% a 40% para depósitos a la vista. Es una aspiradora de pesos que inmoviliza alrededor de $5,4 billones. Con menos circulante, el dólar se enfría, pero el sistema financiero queda seco y las tasas de corto plazo vuelan: cauciones al 44% TNA, repos al 65%.

 

Una cuerda tensa entre Tesoro y bancos

 

El modelo se sostiene mientras los bancos acepten el juego: renovar sus tenencias de Lecaps y letras del Tesoro en lugar de irse al dólar o buscar activos alternativos. La gran incógnita es si, con tasas tan altas y liquidez tan ajustada, querrán seguir exponiéndose a deuda en pesos en las mismas condiciones.

 

El canje de $5 billones que el Tesoro hizo con el BCRA para despejar parcialmente el calendario ayuda, pero no cambia el hecho de que agosto será un test de estrés para la estrategia. El riesgo es doble: si los bancos no renuevan, el Tesoro debe pagar en efectivo, inyectando pesos que presionarían al dólar. Y si renuevan, lo harán a tasas más altas, encareciendo el costo de la deuda.

 

En términos de economía política, Caputo apuesta a que la red de acreedores internos —bancos, aseguradoras, fondos— siga alineada por interés mutuo. Pero ese pacto implícito se sostiene en la expectativa de que el modelo aguante. Si alguno percibe que el escenario fiscal o cambiario se deteriora, la cadena puede romperse por el eslabón más débil.

 

Dependencia y límites del esquema

La narrativa oficial habla de “equilibrio fiscal inédito” y de “compromiso con la estabilidad”. La realidad es menos épica: el plan depende de refinanciar mes a mes una montaña de deuda de cortísimo plazo, con tasas reales positivas, en un contexto de recesión y caída de la recaudación.

 

A diferencia de otros períodos de refinanciación masiva, hoy no hay colchón de reservas ni acceso a financiamiento externo barato. Todo descansa sobre la misma mesa chica: Tesoro, BCRA y sistema financiero local. El ajuste de encajes es un torniquete para controlar la sangre —los pesos—, pero también asfixia la circulación en la economía real, donde el crédito productivo se achica y las pymes respiran con dificultad.

 

La pregunta de fondo es si este esquema es sostenible más allá de unos meses. Cada licitación se convierte en un plebiscito implícito sobre la confianza en el modelo. Y como toda estrategia de absorción forzada de pesos, su éxito inicial puede volverse fragilidad si la economía real sigue cayendo y los actores financieros ven mejores rendimientos fuera del circuito oficial.

 

Agosto es más que un mes de vencimientos: es la radiografía de un modelo que vive del refinanciamiento constante, del secado de pesos y de la promesa de que el equilibrio fiscal lo resuelve todo. Si Caputo logra pasar el mes con rollover alto y sin sobresaltos en el dólar, ganará tiempo. Pero el tiempo no es gratis: las tasas suben, la economía se enfría y la cuerda con los acreedores internos se estira. Y como sabe cualquiera que haya jugado con una soga demasiado tensa, el riesgo no es solo que se corte: es que cuando se corte, golpea fuerte.

 

 

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