Intendentes enojados y Kicillof agazapado ante la “Lista Fracaso”

El cierre de listas nacionales dejó heridos en el peronismo bonaerense. Los intendentes, borrados del Congreso, planean militar con todo la elección provincial del 7 de septiembre y descansar en octubre como castigo al sectarismo de La Cámpora. Axel Kicillof fue relegado.

Política 19/08/2025
NOTA

¿El Peronismo se volvió una secta?

 

El cierre de listas de Fuerza Patria expuso de manera brutal cómo funciona hoy la conducción del peronismo: sin debate, sin rosca real, con la lapicera concentrada en una mesa mínima que no negocia, solo ordena. Cristina Fernández de Kirchner y La Cámpora se quedaron con los casilleros más importantes de la nómina a diputados nacionales, Sergio Massa logró colocar lo suyo, Juan Grabois consiguió premio consuelo y el sindicalismo coló dos nombres.

 

El resto quedó mirando desde afuera. La Matanza, que históricamente tenía lugar asegurado, fue borrada del mapa. Ni Julio Pereyra ni Brenda Vargas Matyi lograron entrar. En el caso de Vargas, pesó la cláusula anti-FMI que Cristina impuso como filtro: quien hubiera votado a favor del acuerdo con el Fondo en el Congreso no entraba. Ese veto arrasó con el “lugar histórico” de los matanceros. Una decisión simbólica y, al mismo tiempo, estratégica: mostrar quién manda y quién no.

 

La jugada fue clara: blindar la lista con “fieles de tribu” y dejar afuera a los intendentes, los que saben juntar votos en los barrios. Se eligió el sectarismo como método, aunque la elección sea de las más ganables de los últimos años. Una apuesta tan cerrada como peligrosa.

 

El enojo que se traduce en brazos caídos

 

En el conurbano el clima es de bronca. Nadie habla de ruptura explícita, porque nadie quiere cargar con la etiqueta de traidor. Pero sí se diseñó una estrategia de supervivencia: militar con todo la elección del 7 de septiembre —cuando se juega el control de los concejos deliberantes y la suerte de Axel Kicillof— y dejar que en octubre cada uno haga la plancha.

 

El cálculo es sencillo: gastar capital político para salvar las intendencias y la gobernación, pero no para engordar a una lista nacional armada de espaldas al territorio. “Nosotros bancamos en los barrios cuando la inflación explota y Milei ajusta, y después nos dejan afuera”, repiten por lo bajo.

 

La bronca se expresa en formas diversas. Jorge Ferraresi, en Avellaneda, impulsa un discurso de “Votá por tu ciudad”. En Berazategui, Juan José Mussi armó su propia lista corta con su nombre como primer concejal, aun cuando avisó que no asumirá, solo para que los vecinos sepan qué boleta es la suya. En Malvinas, Nardini se concentra en retener su pago chico. En Varela, Watson juega todo a sostener el control local. Todos con la misma lógica: septiembre a fondo, octubre en piloto automático. Y desde el sur, al oeste y el norte, ya le pusieron nombre “La lista fracaso”. 

 

Kicillof, entre la incomodidad y la oportunidad

 

El gobernador bonaerense tampoco salió fortalecido. Apenas logró meter dos aliados sindicales —Hugo Yasky y Huguito Moyano— y ningún dirigente propio de peso. En La Plata reconocen que la lista nacional fue “de Cristina” y que la unidad se mantuvo solo para no arruinar la campaña provincial.

 

Kicillof sabe que quedó relegado en el armado nacional, pero también sabe que septiembre es su chance de oro. El desdoblamiento electoral, que él defendió, tuvo esa lógica: provincializar la discusión, jugar en el terreno que domina y mostrar autonomía política. Si gana en septiembre, se consolida como líder territorial. Si en octubre la lista nacional se estrella, él podrá despegarse y decir: “Yo cumplí con lo mío”.

 

En esa ambivalencia se mueve el gobernador: incómodo porque su espacio, el Movimiento Derecho al Futuro, quedó sin representación nacional; pero expectante porque el resultado bonaerense puede darle la legitimidad que hoy La Cámpora no consigue más allá del dedazo. Su apuesta es ganar en la provincia y esperar que el sectarismo de Cristina y Máximo pague el costo en la elección nacional.

 

Gray y la “sagrada rebeldía”

 

La jugada de Fernando Gray fue la expresión más visible de ese malestar. El intendente de Esteban Echeverría, harto de que lo ninguneen, lanzó Unión Federal junto a la presidenta del Concejo Deliberante de Escobar, María Laura Guazzaroni, y el sindicalista José Ibarra. No fue un salto al vacío, sino la consecuencia de un enojo de años.

 

Gray venía advirtiendo que el peronismo se encerraba en una burbuja autorreferencial. La lapicera como látigo, la herencia camporista como dogma. Su decisión no es ruptura doctrinaria: sigue reivindicando a Néstor y a Cristina, pero cuestiona el pase de mando automático a Máximo. En su visión, el peronismo necesita autocrítica y apertura, no coronaciones hereditarias.

 

Unión Federal no es todavía una opción masiva, pero expone la grieta real: intendentes que sienten que ponen el cuerpo contra Milei en sus distritos y, a cambio, reciben ninguneo. Gray encarna esa “sagrada rebeldía”: no romper el peronismo, pero mostrar que si la conducción no escucha, el territorio hablará con votos.

 

El dilema de octubre

 

La gran incógnita es qué pasará después del 7 de septiembre. Si el peronismo gana en la provincia, la foto será de intendentes triunfantes y un Kicillof fortalecido. Pero si en octubre la lista nacional cae derrotada, la diferencia quedará a la vista: el peronismo territorial funciona, el sectarismo camporista fracasa.

 

En la práctica, eso puede abrir la puerta a internas reales en el PJ bonaerense y nacional. Pero más que un congreso partidario, lo que se juega es la legitimidad de la conducción. En política, manda el que gana. Si los intendentes demuestran en septiembre que pueden garantizar triunfos y la boleta nacional se hunde en octubre, la conclusión será obvia: el dedo no representa, el territorio sí.

 

El peronismo bonaerense enfrenta un dilema de hierro. O se abre a la representación real de los intendentes y de Axel Kicillof, o sigue encerrado en el sectarismo camporista que fabrica derrotas anunciadas. La bronca no se grita, pero se siente: septiembre será a cuchillo por los distritos, octubre puede ser un desierto de brazos caídos.

 

La Cámpora eligió el camino más riesgoso: armar una lista sin intendentes, sin debate y sin oxígeno. Lo que no midió es que la política no se decide en un Excel, sino en las calles del conurbano. Y ahí, donde se cuentan los votos de verdad, los que hoy fueron borrados de la boleta pueden terminar escribiendo la frase final: la lapicera no representa, el territorio sí.

 

Los intendentes ya definieron su plan: septiembre es a todo o nada, octubre vacaciones.

 

 

Te puede interesar
NOTA

De Novelli a Milei: el frente caliente de $LIBRA

Política 01/10/2025

El empresario Mauricio Novelli quedó en el centro de la tormenta: recibió US$180.000 de Julian Peh, CEO de KIP, y participó de reuniones oficiales con el Presidente. Las transferencias cripto, las cajas de seguridad vaciadas y los vínculos previos preocupan en Washington y Tel Aviv.

NOTA

Milei busca oxígeno y Macri quiere el control para apoyarlo

Política 29/09/2025

A semanas de las legislativas, el Presidente reabrió el canal con Mauricio Macri y envió a Guillermo Francos a explorar un pacto. El PRO no negocia “a la baja”: si entra, manda; si no, será oposición plena tras octubre. En el medio, Karina Milei y Santiago Caputo traban la puerta. ¿Se puede gobernar un derrumbe?

Lo más visto