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El Nobel de Economía alertó sobre el uso de deuda para sostener el dólar y denunció que el dinero del FMI fue destinado a la fuga de capitales.
Actualidad27/07/2025
La opinión del Premio Nobel de Economía
Por qué la estrategia de endeudarse para contener el tipo de cambio no resuelve los problemas estructurales del país.
El economista Joseph Stiglitz lo dijo sin vueltas: “Argentina está en la puerta de otra crisis”. La frase, lanzada en el Festival Gabo ante una audiencia internacional, encierra un diagnóstico certero sobre el presente económico del país. Pero también una advertencia hacia el futuro: si se repite el camino de la deuda para sostener un dólar artificial, el resultado será el mismo. O peor.
No es la primera vez que el Nobel de Economía analiza la situación argentina. Pero esta vez el tono fue más severo, menos académico, casi íntimo. Porque lo que está en juego no es solo la solvencia macroeconómica, sino la posibilidad misma de reconstruir una economía real. Y ahí, Stiglitz fue tajante: “Lo que acaba de suceder con Milei, engrandece y agrava el problema”.
“El dinero del FMI se usó para fugar capitales”
La crítica de Stiglitz al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional es doble: primero, porque considera que no resuelve el problema, y segundo —y más grave— porque alimenta una dinámica tóxica en la que el Estado se endeuda y los sectores más ricos fugan dólares sin ningún control.
“Macri decidió, para abrir la economía, acudir al FMI y obtuvo un préstamo de 44 mil millones de dólares. Y luego el Fondo decidió permitir que ese dinero saliera del país”, explicó. La secuencia no necesita demasiadas metáforas. Los dólares entraron por una puerta y salieron por otra, dejando detrás una deuda impagable. “Los más ricos de Argentina sacaron el dinero sin comprobar qué hicieron”, remató.
El resultado fue una crisis que ya todos conocemos. Pero el economista no se quedó en la crítica al pasado. Puso el foco en el presente y mostró que la película no cambió. “No pudieron pagar los 44 mil millones y ahora el FMI les presta otros 20 mil millones que tampoco serán capaces de pagar”. Para Stiglitz, el gobierno de Javier Milei no solo repite la estrategia, sino que la profundiza.
“Reducen la inflación, pero hipotecan el futuro”
El argumento oficial para justificar el nuevo endeudamiento es que “la inflación bajó”. Y Stiglitz lo admite, aunque sin celebrar: “Sí, la inflación se ha reducido porque usaron esos 20 mil millones para mantener el tipo de cambio”. El ancla cambiaria —que ya fracasó en el pasado— se volvió a utilizar, esta vez en un contexto de brutal recesión.
La inflación baja, pero al costo de enfriar la economía hasta el hueso, destruir el consumo interno y generar desempleo. Además, la deuda sigue creciendo. “El país no es viable con una deuda de 56 mil millones de dólares”, advirtió el Nobel. En ese marco, pronosticó: “Seguramente en unos años veremos otra crisis”.
Y lo que es aún más inquietante: mientras el Gobierno festeja haber asegurado un nuevo desembolso del Fondo, los argentinos, en junio, compraron más dólares que los que entrarán. Según el Banco Central, se vendieron 2.416 millones de dólares para atesoramiento, apenas por debajo del préstamo del FMI. Es decir, los dólares que entran, se van. Como en 2018. Como siempre.
Un país rehén de su propia trampa
Lo que Stiglitz plantea no es solo una crítica económica. Es una denuncia política. Argentina está atrapada en un ciclo de endeudamiento, fuga y ajuste que parece no tener fin. “Aunque las cifras ahora se ven bien en torno a la inflación, si analizamos en dónde está Argentina, está en la puerta de otra crisis”.
No es casual que el economista haya sido uno de los impulsores del informe solicitado por el Papa Francisco para repensar la arquitectura financiera global. Junto a Martín Guzmán y otros 30 economistas, plantearon que 54 países en desarrollo ya destinan más del 10% de sus ingresos fiscales solo a pagar intereses. Argentina, por supuesto, está entre ellos. “Esa carga desvía recursos esenciales que deberían destinarse a sanidad, educación, empleo”, sostiene el texto.
Stiglitz propone otra agenda: reestructuración de deudas soberanas, fin de los rescates a acreedores privados, controles de capital estratégicos y participación democrática en las decisiones de endeudamiento. Una agenda que el actual gobierno no solo ignora, sino que combate con vehemencia.
El espejo roto
El problema no es solo que nos endeudamos. Es para qué lo hacemos. Endeudarse para financiar el desarrollo es una cosa. Endeudarse para que se fuguen los dólares por la canaleta de los más ricos es otra. En el primer caso, hay una esperanza de futuro. En el segundo, apenas una huida hacia adelante.
Argentina no está condenada. Pero sí está advertida. El modelo que combina ajuste fiscal, endeudamiento externo y apertura cambiaria sin controles ya fracasó. Varias veces. Y volver a él no es valentía, es ceguera. Mientras tanto, los dólares que entran por la puerta del FMI se escapan por las ventanas de los bancos privados. Y la mayoría de la sociedad, la que no compra dólares ni tiene cuentas offshore, solo espera que esta vez no le explote todo en la cara. Otra vez.
Porque como dijo Stiglitz, “aunque ahora las cifras parezcan buenas, Argentina está en la puerta de otra crisis”. Y si no se cambia el rumbo, esa puerta se abrirá muy pronto.

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