Milei muda embajada a Jerusalén: arriesga 20% de exportaciones

Pablo Quirno y el canciller israelí Gideon Sa’ar anunciaron viajes oficiales en 2026 para completar la mudanza de la embajada y avanzar en acuerdos económicos. El alineamiento total con Israel entusiasma al oficialismo pero inquieta a exportadores, diplomáticos y analistas.

26/11/2025
NOTA

Los alineamientos no son gratis

El anuncio no se filtró. Se dijo en vivo, con empresarios en la sala y cámaras encendidas, como si fuera una escena pensada para activar la placa roja. En el Foro Económico Argentino-Israelí, Pablo Quirno y Gideon Sa’ar confirmaron que el canciller argentino viajará en febrero de 2026 a Israel para preparar el terreno y que Javier Milei irá en abril o mayo para inaugurar la mudanza definitiva de la embajada a Jerusalén. No es especulación. 

 

Es cronograma.

 

La jugada quedó sellada unas horas antes, cuando Sa’ar fue recibido por Milei en Casa Rosada. La foto de ambos caminando por el Salón Blanco funciona como señal de poder más que como protocolo. Y el mensaje que dejó el israelí fue explícito: agradeció el “apoyo incondicional” de la Argentina y dijo que Jerusalén es “la capital de David”. Milei sonríe. Los diplomáticos argentinos más experimentados no tanto.

 

Quirno habló de reformas, oportunidades, inversiones y vuelos directos entre Buenos Aires y Tel Aviv. Sa’ar devolvió elogios, anunció que Israel abrirá una oficina económica en Buenos Aires en 2026 y aseguró que Milei “está repavimentando el camino hacia la grandeza”. Un idilio diplomático perfecto para mostrar autoridad política y rumbo internacional. Pero ese idilio tiene costo, y no menor.

 

El traslado rompe con décadas de neutralidad argentina desde la resolución 181 de la ONU, sostenida por gobiernos de todos los colores desde 1950 en adelante. También tensiona con el mundo árabe, que compra alrededor del 20 por ciento de las exportaciones de carne y soja. No es casual que Paraguay haya retrocedido su propia mudanza en 2018 por presión de sus socios comerciales.

 

En el mundo árabe, la reacción fue inmediata. Voceros de Hamas hablaron de “violación del derecho internacional”, mientras analistas de Arab News calificaron la decisión como “error geopolítico grave”. En redes argentinas, usuarios como @TavoCibreiro la tildaron de “jugada suicida”, mientras activistas pro Palestina la vincularon con “el abandono histórico de la neutralidad”.

 

Un productor de la pampa honda lo graficó sin delicadeza diplomática: “No podemos perder clientes porque al Presidente le sobra ideología”.

En 2024, Argentina exportó USD 2.800 millones en carne y soja al mundo árabe-islámico.

 

Cuando Trump mudó la embajada en 2018, Jordania y Turquía cortaron compras de carne vacuna israelí por dos años. Argentina puede ser el próximo daño colateral. Para Israel, la movida es un triunfo político. Para Milei, un gesto de alineamiento sin matices. Para la región, un nuevo ruido en un MERCOSUR que intenta equilibrar vínculos con Arabia Saudita, Emiratos Árabes, Qatar y Egipto. Brasil ya mira la decisión con reserva.

 

El oficialismo argumenta que los beneficios económicos compensarán cualquier tensión. Vuelos directos, inversiones tecnológicas, cooperación en seguridad. Pero Israel es socio estratégico, no mercado masivo. Y en el plano internacional, los gestos son capital pero también costo. Este se paga con relaciones comerciales, equilibrios regionales y posición global.

 

La diplomacia profesional toma café sin decir palabra. Y el tablero geopolítico se mueve un milímetro más hacia un mundo donde alinearse sin matices no es fortaleza, es vulnerabilidad. El viaje está decidido. El discurso está escrito. La mudanza está anunciada. Falta lo más complejo: pagar la factura. Porque en política exterior, como en el conurbano, cuando regalás un gesto, siempre te pasan factura. Y esta la vamos a pagar con dólares que todavía no entraron.

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