
Cae su imagen, crece el malhumor social y se frena la esperanza en la economía. La última encuesta muestra que el respaldo a Javier Milei se resquebraja, mientras su modelo de confrontación sin resultados empieza a tener costo real.
En un video grabado con cámara oculta, el ministro de Justicia de Javier Milei aparece ofreciéndole contactos judiciales, políticos y mediáticos a un exagente de la CIA acusado de abuso sexual.
Política 30/07/2025Justicia en venta y espionaje en cuotas
La escena, tan obscena como grotesca, revela el detrás de escena de un gobierno que prometió terminar con la casta, pero la tiene en el speed dial.
El gobierno de Javier Milei enfrenta una nueva tormenta. No una ideológica, no una económica, no una estética. Una que huele a podrido en lo más hondo del Estado. Esta vez, el escándalo involucra a su ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, quien fue grabado en Nueva York —no en una reunión institucional, sino en un set de realpolitik sin maquillaje— ofreciendo, con soltura de vendedor de electrodomésticos, todo lo que supuestamente vino a destruir: jueces, medios, legisladores, leyes a medida y relaciones públicas, servidas en bandeja para un personaje de película trucha con prontuario real: el exagente estadounidense Tim Ballard, acusado de abuso sexual, fraude y trata de personas.
El video es corto, pero el daño es profundo. Y mientras las redes sociales ardían, la política local empezaba a masticar con los dientes apretados una pregunta inevitable: ¿hasta cuándo se puede sostener un funcionario que se comporta como un lobbista con poder notarial? Porque esto no es un exabrupto. Es doctrina.
Ballard, el amigo incómodo del mileísmo
Tim Ballard no es cualquier extranjero. Es un operador, un exfederal yanqui devenido empresario de su propia epopeya moral, protagonista del film Sonido de Libertad, vendido como un mártir contra las redes de trata. Pero debajo de esa careta de superhéroe, la realidad es más turbia: denuncias por abuso sexual a exempleadas, operaciones mediáticas dudosas y un historial que haría sonrojar a cualquier embajador de causas nobles.
¿Qué hace un ministro argentino reuniéndose con él en un hotel de Manhattan y ofreciéndole el Estado como si fuera una inmobiliaria? ¿Qué significa que un proyecto de ley penal se le envíe para “que lo mire”? ¿Qué implica que el ministro diga que puede “mejorar su relación con los medios” y que puede llamarlo a “Rolando”? (¿Graña? ¿Barbano? ¿Quién es ese Rolando que merece referencia sin apellido?)
Acá no hay ingenuidad posible. Hay construcción de impunidad, puesta en escena de tráfico de influencias y una confesión obscena de cómo se hacen las leyes, se manipulan los medios y se bendice a los aliados internacionales si el perfil sirve.
El mileísmo no solo no vino a combatir la casta. Vino a crear la suya propia. Más improvisada, más brutal y con menos disimulo.
El minuto exacto donde se derrumba la narrativa libertaria
La escena del video —divulgada por televisión y luego viralizada en redes— muestra el momento donde la máscara cae. Cúneo Libarona dice con total soltura: “Te consigo reuniones con jueces, legisladores y universidades”. Así, como quien reparte tarjetas en una fiesta de abogados.
Pero no son solo palabras. Es la confirmación de que el poder judicial, el legislativo y el mediático están, para este ministro, al alcance de la agenda del WhatsApp. Y si eso no amerita una renuncia inmediata, ¿qué lo haría? ¿Un asesinato transmitido en vivo?
Mientras tanto, el presidente Milei se calla. No se le escucha un solo gruñido libertario contra “el sistema”. Porque esta vez el sistema es propio, y tiene nombre, cara y voz: la de un ministro que no puede explicar qué hacía gestionando favores estatales para un hombre con denuncias por abuso sexual.
Una crisis de imagen que se vuelve estructural
La oposición —tan deshilachada como necesitada de un blanco fácil— no tardó en reaccionar. Lo pidió Esteban Paulón, lo exigió Ferraro, lo repitió Fein y hasta se sumó el “Topo” Rodríguez con la bandera del juicio político. Porque una cosa es que el gobierno insulte al Congreso, otra que lo ignore, pero esto… esto es otra categoría: usar el Estado como una valija diplomática del deseo privado.
A esta altura, ya ni importa si Ballard respondió el mensaje, si leyó el proyecto o si aceptó la ayuda. Lo que importa es que el funcionario más delicado del Ejecutivo —el que debería velar por la división de poderes— se exhibe como un operador más, un embajador de una diplomacia de amigotes, sin institucionalidad, sin filtros, sin vergüenza.
¿Y ahora qué?
Cúneo Libarona debería haber renunciado antes de que amanezca. No lo hizo. Nadie en Casa Rosada parece apurado. Total, ¿qué es un video más? ¿Qué son cinco denuncias de abuso sexual, cuando el mileísmo ha hecho campaña con la palabra “libertad” mientras promete bala, exilio o “corchazo” a quien no comulgue?
El problema no es solo Cúneo Libarona. Es la lógica de un gobierno que terceriza la política en vínculos tóxicos, en mitologías falsas y en alianzas sin ética. Es un presidente que no gobierna: negocia. Un gabinete que no administra: improvisa. Y una narrativa que no representa la libertad, sino la impunidad.
Del Watergate al Ballardgate
En los 70, una cámara oculta reveló un sistema de espionaje que tumbó a un presidente. Hoy, un celular grabando a un ministro nos muestra otra versión del mismo pecado original: usar el poder público para fines privados. La diferencia es que en Argentina, la renuncia no llega sola. Hay que arrancarla con las uñas.
Mariano Cúneo Libarona no es el problema. Es el síntoma. La enfermedad es un gobierno que no reconoce límites, que llama “libertad” a la sumisión y que se arrodilla ante el capital y el prontuario, si eso le garantiza un poco de show.. Y el juicio político, por fin, se empieza a escribir.
Cae su imagen, crece el malhumor social y se frena la esperanza en la economía. La última encuesta muestra que el respaldo a Javier Milei se resquebraja, mientras su modelo de confrontación sin resultados empieza a tener costo real.
Mientras Caputo celebra un tipo de cambio más competitivo, los operadores responden con desconfianza: aumentan las presiones sobre las reservas y se encienden las alertas por el posible regreso de un cepo más duro. No hay emojis, ni corazón, ni nada. Solo intereses. ¡Es la economía, estúpido!
Desde el espacio Othaceista informaron que sin sobresaltos y con fervor Peronista, el ex intendente (Raúl) Othacehé, cerró su lista municipal vecinalista, que lleva por nombre “CRECER” y posee el número en la boleta 933.
Desde un centro de salud en Miramar, Axel Kicillof volvió a embestir contra el modelo de ajuste de Javier Milei y lo acusó de haber elegido el “camino de la exclusión”. Sin medias tintas, el gobernador asumió lo que ya es evidente: en Argentina, la oposición real se construye desde la provincia de Buenos Aires.
En medio de una interna feroz y un desgaste político inocultable, Javier Milei rompe su propia regla de no pisar territorio y se prepara para recorrer la provincia de Buenos Aires. Quiere salvar a sus candidatos, pero también algo más urgente: su propia autoridad.
Tras una licitación floja y con tasas altísimas, Luis Caputo oficializó la orden: todos los organismos públicos deberán usar sus excedentes para financiar al Tesoro. En nombre del orden fiscal, el ministro recurre a prácticas que recuerda más a la intervención que a la libertad.
Con Javier Milei consolidado y el peronismo enredado en disputas intestinas, la interna entre Grabois, Massa y el sector de Kicillof evidencia una verdad incómoda: nadie conduce.
Mientras la ministra de Seguridad se jacta de haberle cerrado la puerta a Tim Ballard por sus múltiples denuncias de abuso sexual, el ministro de Justicia de Milei le prometía jueces, medios, leyes a medida… y una alfombra roja a su medida. La crisis se agrava y ya no alcanza con mirar para otro lado.
Una vez más, la postulación de Domingo Palma, político, empresario e industrial solidario de gran trayectoria en el distrito de Merlo, se ve frustrada por maniobras no muy “claras” en la política local. La pregunta surge de la gente en la calle que llegó a nombrarlo “El Candidato del pueblo” y que ven cómo una vez más, lo sacan del juego.
Con Javier Milei consolidado y el peronismo enredado en disputas intestinas, la interna entre Grabois, Massa y el sector de Kicillof evidencia una verdad incómoda: nadie conduce.
En medio de una interna feroz y un desgaste político inocultable, Javier Milei rompe su propia regla de no pisar territorio y se prepara para recorrer la provincia de Buenos Aires. Quiere salvar a sus candidatos, pero también algo más urgente: su propia autoridad.
Desde un centro de salud en Miramar, Axel Kicillof volvió a embestir contra el modelo de ajuste de Javier Milei y lo acusó de haber elegido el “camino de la exclusión”. Sin medias tintas, el gobernador asumió lo que ya es evidente: en Argentina, la oposición real se construye desde la provincia de Buenos Aires.
Netanyahu visitará el país para sellar con Javier Milei una alianza que no es simbólica: involucra inteligencia, migraciones y acceso a recursos estratégicos como agua y tierras del sur. Detrás de los gestos mesiánicos, hay negocios concretos y una potencia que actúa como imperio.