Milei, la ópera y el monstruo que se mea

Mientras Karina repartía cargos como si fueran chocolates vencidos y Caputo miraba desde la tribuna, el Presidente se encerró a escuchar ópera. Después salió, escribió en X, habló del monstruo y dejó a todos preguntándose: ¿de qué demonios habla cuando habla?

Política 20/07/2025
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Sábado por la noche. La Argentina, siempre con su termómetro en la axila del conurbano bonaerense, hervía de rosca, carpetazos y listas todavía sin firmar. Mientras los libertarios se sacaban los ojos por una concejalía en Berisso o un lugar 11 en la Séptima Sección, el Presidente de la Nación eligió una actitud heroica: irse a escuchar ópera. No un zoom, no una cena, no un café con algún armador. No. Ópera. Como si el destino de la república se dirimiera entre tenores mientras Karina y Pareja se quedaban con la lapicera.

Y cuando se esperaba que Milei dijera algo que pusiera orden, lo hizo. Pero no con hechos, sino con un tuit que pareció sacado de un diario de campo de Carl Jung tomando mate en el Hospicio de las Mercedes: “El monstruo vive porque cuando lo ven se orinan en las patas.”

Así. Sin anestesia. Sin contexto. Sin coma. ¿Qué quiso decir el Presidente? ¿Quién es el monstruo? ¿Por qué alguien se haría pis? ¿Es metáfora? ¿Es literal? ¿Es un llamado a la guerra? ¿O simplemente se le mezclaron las letras del libreto de Puccini?

 

La República según Wagner

Según fuentes que no vamos a revelar porque su sola mención nos demandaría, la trama es simple: Karina no confía en Santiago Caputo. Sospecha que el escándalo de los Menem —ese que salpicó hasta las narices a los riojanos del clan presidencial— fue, en parte, agitado por el equipo digital de “Las Fuerzas del Cielo”. ¿Y qué hizo ella? Le prometió a Caputo que lo iba a compensar con lugares en las listas. Pero a último momento… ¡Zas! Lo dejó con los dedos pegados y mandó a sus candidatos al fondo del placard electoral. Un clásico.

El Presidente, mientras tanto, ensayó una neutralidad artística: se refugió en la ópera. A lo Poncio Pilato, pero con butaca numerada y auriculares inalámbricos. Los armadores piden definiciones y él responde con Verdi. Una manera sutil de decir “esto no es problema mío”. Pero ojo, que la neutralidad en política no existe: quien no decide, habilita. Y Milei habilitó a su hermana a hacer lo que quisiera.

El problema de dejarle el tablero a Karina es que ella no juega a medias. Tiene una lógica de lealtad personalista, ortodoxa y sin filtros. No tolera a los “dubitativos”, los “pragmáticos” ni los que vienen del PRO con olor a marketing. Por eso lo de Caputo —que osó tejer por su cuenta— fue visto como una traición silenciosa. Y las traiciones, en este gobierno, no se perdonan: se silencian.

Caputo pidió 20 lugares. Le dieron 3, y dos en listas testimoniales. El Gordo Dan ni siquiera aparece. Y mientras el círculo de trolls se relame en X como si tuvieran poder, Karina pone a los suyos y nadie chista.

 

El monstruo que se orina

Pero volvamos al tuit. ¿Quién es el monstruo? ¿El peronismo? ¿La casta? ¿La mismísima Karina? ¿O la política toda, que siempre vuelve aunque uno se haga el anti? Porque si el monstruo es la política real —la de rosca, acuerdos, vetos y territorios—, entonces Milei ya fue devorado por él y ni cuenta se dio.

El Presidente puede escuchar ópera todo lo que quiera. Puede escribir en X como si fuese Bukowski con celular. Pero mientras tanto, la que arma, corta, pone y saca es Karina. Y eso, para los que creían que Milei venía a cambiar la lógica del poder, empieza a sonar a música conocida.

En definitiva, la ópera libertaria tiene varios actos. El primero fue la épica contra la casta. El segundo, la interna a cielo abierto. Y el tercero, esta tragicomedia con retuit, venganzas y candidaturas digitadas a mano alzada por la hermana del león.

¿Y Milei? Ahí está. Citando monstruos, escribiendo en clave de delirio místico, mientras deja que todo ocurra sin él. Como si gobernar fuera una molestia menor entre tuit y aria. Pero no se engañen: el que calla, otorga. Y el que escucha ópera mientras se define el poder, no es apolítico. Esta avalando a la facción interna que ganó y deslegitimando a la otra. 

 

 

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