
Por primera vez, una camada numerosa de legisladores evangélicos desembarca en el Congreso bajo el paraguas de La Libertad Avanza. El cristianismo evangélico, más afín al individualismo libertario que al comunitarismo católico, comienza a tallar en la rosca y en el diseño de las reformas.

Ante la UIA, el ministro de Economía defendió las bandas cambiarias, celebró la baja de la inflación y proyectó hasta US$ 57.000 millones de superávit externo por minería y energía hacia 2030. Habló de “orden macro por decisión política”, pero evitó el punto incómodo del presente.