Operativo apagón: ocultan a Espert tras el escándalo narco que hunde a LLA

El documento judicial de Texas que menciona un giro de US$200.000 hacia José Luis Espert y el uso de un avión de Fred Machado detonó la crisis libertaria. Dos referentes de LLA ya lo habían señalado por presuntos vínculos turbios. En el búnker hablan de “campaña sin candidato.

Política 29/09/2025
NOTA

Campaña en modo fantasma

 

La película se llama “Campaña sin candidato” y el protagonista ausente es José Luis Espert. Desde que se conoció en la justicia de Texas un documento que registra un giro de US$200.000 atribuido a la red de Fred Machado —empresario detenido y requerido en EE.UU.—, el libertario no pisa los actos, baja a último minuto o “se complica por temas particulares”. 

 

En Tres Arroyos, faltó junto a Diego Santilli; en Puán también. Para Olavarría y La Plata, el calendario está “a confirmar”. Traducción realpolitik: el operativo es esconder a Espert.

 

La idea oficial para salvar la ropa es vender una “campaña territorial sin figuras”, un relato que suena a parche: en la boleta única, la cara es la de Espert. 

 

“Esa idea se choca con la realidad del cuarto oscuro”, admite un dirigente que no encuentra cómo remontar los 8–11 puntos que, según miden en ambos bandos, separan al oficialismo del peronismo. En paralelo, el enojo del campo por la quita relámpago de retenciones (y su marcha atrás) dejó a la mesa agro con la sangre en el ojo. 

 

El cartel con el “Tres” tapado que lo esperaba en la Rural de Tres Arroyos era un recordatorio cruel del escándalo por coimas que salpica a la cúpula presidencial.

 

La reunión de emergencia en Casa Rosada —Sebastián Pareja, Lule Menem, Martín Menem— blanqueó la gravedad: temen que la presencia de Espert reste. Por eso, Santilli camina solo la Sexta, visita intendentes propios (Lisandro Matzkin en Pringles), se saca fotos, toma café con empresarios… y no aparece en la boleta. La paradoja es perfecta: el que suma no figura; el que figura, se esconde.

 

Un secreto a voces en la galaxia violeta

 

El golpe no cayó de un cielo sereno. En la galaxia libertaria, varios habían marcado hace tiempo el olor a pólvora. Agustín Romo, hoy presidente del bloque de LLA en la Legislatura bonaerense, fue lapidario en 2023: “Sin Milei seguiríamos representados por el valijero de Espert, que a la primera que pudo se subió al avión de un narcotraficante”. Lilia Lemoine fue aún más lejos meses antes: “En 2019 lo bancaba un narco; se metió en política por guita”, y llegó a vincular el balazo a su camioneta con el “financista” del economista. No eran kirchneristas: eran propios.

 

Ahora, con el documento de Texas en tapa y el nombre de Debora Lynn Mercer-Erwin (condenada por narcotráfico, lavado y fraude) orbitando la escena, la defensa de Espert suena de manual: “opereta K”. Pero la rosca interna no compra ese libreto. 

 

El operativo “bajar perfil” avanzó de hecho: se recortan exposiciones, se segmentan reuniones, se prueba agenda sin exposición callejera y se rearman actos en plazas “más amables”. La campaña que prometía motosierra quedó en modo quirófano.

 

La Provincia más caliente, con el candidato más frío

 

La Provincia de Buenos Aires es el tablero que decide. Y el tablero hoy huele a otra derrota grande. Los números que circulan marcan al peronismo 8–11 puntos arriba. En escenarios de polarización, Jorge Taiana supera a Espert con márgenes que meten ruido en la Rosada. El “violeta” que pintó septiembre no alcanzó para achicar brecha; peor: el caso Machado la agrandó.

 

Territorialmente, los intendentes y candidatos locales de LLA están en guardia. Nadie quiere foto con un postulante bajo sospecha; nadie quiere convertir su acto en un escrache. El argumento es práctico: en el conurbano, la boleta se defiende con cara, cuerpo y presencia. Sin candidato en la calle, el músculo territorial se atrofia. Y en el interior, la agenda productiva que Santilli intenta ordenar se queda sin cierre político: no hay quien capitalice.

 

La oposición olfatea sangre. En el Congreso, Germán Martínez (UxP) pidió remover a Espert de la presidencia de Presupuesto y Hacienda: “No se puede debatir seriamente el Presupuesto 2026 con un diputado con vínculos narcos sentado en la presidencia”. El peronismo mueve institucionalmente donde duele: si cae esa silla, cae el relato de austeridad “moral” que el espertismo vende desde hace años.

 

A esta altura, en los pasillos de la Legislatura bonaerense y en los municipios del interior, dirigentes de LLA ensayan frases duras en privado: “Espert es un cáncer para la campaña en Provincia”; “Cada vez que aparece, restamos”. El sincericidio es brutal: más que aliado, el candidato es una mochila.

 

¿Candidato o lastre? La rosca que viene

 

En términos de control de daños, hay tres vías: Resistir: negar, aguantar y esconderlo hasta el día de la elección, reemplazar la centralidad: que la campaña sea Santilli + jefes locales, con Espert “técnico” de fondo y Plan B extremo: bajada ordenada si las próximas 72 horas traen nuevas filtraciones o la justicia acelera.

 

Hoy la que manda es la opción 1, con trazo de la 2. La 3, por ahora, no se admite en voz alta. Pero en política vale la regla: si todos preguntan lo mismo, es que alguien ya lo propuso.

 

El frente judicial no es menor. El expediente texano no juzga a Espert, pero lo roza con datos duros (un giro por US$200.000 y logística aérea) y con una cronología incómoda: 2019-2020, los años de su salto mayor. 

 

La defensa tendrá que ser algo más que “opereta”. Si la conversación pública se fija en esa pantalla, la campaña se terminó: nadie discute impuestos, seguridad o producción cuando la palabra narco flota en el aire.

 

La otra consecuencia es que, sin candidato visible, la Provincia queda desdibujada como proyecto político de LLA. Lo que debía ser trampolín para nacionalizar el poder se convirtió en cementerio de ambiciones. Y eso impacta en la mesa chica de Milei: Karina y Lule entienden que en Buenos Aires no hay milagro posible si la figura central es un fantasma.

 

El diagnóstico realpolitik

 

La crisis Espert revela tres capas: Ética (la sospecha de financiamiento sucio), electoral (el candidato no tracciona y contamina actos) e institucional (preside Presupuesto y Hacienda mientras le piden la cabeza).

 

La primera perfora la segunda; juntas perforan la tercera. Y en Provincia, cuando la confianza se quiebra, la curva cae sin rebote. Por eso los intendentes aliados piden aire, los armadores ajustan mapas y la Casa Rosada mira el calendario con la esperanza de que no haya más domingos con sorpresas.

 

Mientras tanto, Espert contraataca en TV con la muletilla clásica: “campaña sucia”. Puede servir para contener a los propios; no alcanza para ganar indecisos. El problema ya no es lo que diga la oposición: son las fotos vacías, los actos sin candidato, los cafés sin cierre y la sensación de que la boleta se quedó sin voz.

 

El final abierto no es un final feliz. Si el documento de Texas se instala, si aparecen nuevas pruebas, si los aliados siguen despeinándose para no posar a su lado, la pregunta cambia de tiempo verbal: ya no será “¿cuándo vuelve a caminar?” sino “¿hasta cuándo sostienen su nombre?”. En campaña, el silencio también es un dato. Y en Buenos Aires, ese dato pesa toneladas.

 

La apoteosis la escribió el propio oficialismo con su frase de guerra: “campaña sin candidato”. Suena creativo, pero en la urna manda la cara que está impresa. Podrán correrlo de la foto, mudar actos, bajar el volumen y reclamar conspiraciones. La realidad es más simple: si tu principal candidato es un fantasma, el cuarto oscuro te prende la luz. Y bajo esa luz, el voto no perdona.

 

En el oficialismo bonaerense admiten que “hay que esconder a José Luis” y estudian una campaña “sin candidato” para amortiguar el daño.

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