Milei arrasó en Bahía, pero le cortó el 50% de la ayuda

Tras arrasar con el 46% en Bahía Blanca, La Libertad Avanza decidió reducir en un 50% los fondos para reconstruir la ciudad devastada por las inundaciones de marzo. Una jugada que desconcierta incluso a los suyos: premiar la fidelidad con motosierra no parece la mejor estrategia política.

Política 14/09/2025
NOTA BAHIA

Un síntoma de impericia política

 

El Gobierno de Javier Milei logró lo que parecía imposible: ganar por goleada en Bahía Blanca y, acto seguido, castigarla como si fuera territorio enemigo. 

 

Con la tinta fresca de la victoria en las urnas —46% de los votos—, el Presidente y su equipo económico firmaron la reducción a la mitad del fondo de asistencia para la reconstrucción tras el temporal que arrasó la ciudad en marzo. Una jugada que dejó a más de uno rascándose la cabeza: ¿a quién se le ocurre recortar donde lo aplauden?

 

La decisión no es menor. Hablamos de una ciudad que todavía exhibe cicatrices del desastre: casas derrumbadas, infraestructura rota, comercios fundidos y un duelo que todavía se mastica en silencio por las víctimas. 

 

A esa herida abierta, el Gobierno decidió aplicarle anestesia cero y bisturí al rojo vivo: de $200.000 millones prometidos para la reconstrucción, apenas quedarán $100.000 millones. Ni siquiera la excusa formal del “orden fiscal” maquilla el sinsentido político de pegarle al propio electorado.

 

Los vecinos de Bahía Blanca, que habían confiado en la épica libertaria y la motosierra como símbolo de renovación, se enteraron en menos de una semana de que su “recompensa” es mitad de la ayuda prometida. 

 

La rosca lo sabe: castigar aliados es uno de los errores capitales en política. Ni Menem en sus noventa ni Macri en su experimento de gradualismo se animaron a tanto. El manual dice que a los que te votan, aunque sea con gesto, les cumplís. Milei decidió arrancar la página.

 

Amateurismo 

 

El desconcierto no es solo local. En la propia rosca libertaria algunos advierten que el gesto es un tiro en el pie. ¿Qué mensaje se manda cuando se ajusta a los leales? ¿Qué le queda a los distritos opositores, la quita total? Lo de Bahía Blanca, más que motosierra, parece un acto de autoflagelación política. Porque si algo enseña la política territorial es que la gratitud se mide en obras y recursos, no en likes de Twitter.

 

Lo paradójico es que el Gobierno ya había hecho ruido antes con el veto a la ley que creaba un fondo especial para la emergencia, aprobada por unanimidad en el Congreso. En aquel entonces se justificaron con que ya existía un decreto que garantizaba recursos suficientes. Ahora ni siquiera respetan su propio decreto: lo recortan a la mitad. Un boomerang de manual.

Bahía Blanca no es un municipio más: es cabecera de la Sexta Sección, un bastión estratégico del sur bonaerense. Si Milei creyó que la fidelidad se mantiene a fuerza de discursos libertarios y recortes indiscriminados, subestimó el ABC de la rosca. 

 

La política se alimenta de símbolos y gestos: si a tus aliados los tratás como enemigos, lo único que sembrás es desconfianza.

 

En términos realpolitik, la jugada muestra el costado más amateur del Gobierno. Porque la economía podrá mandar, pero la política define quién sobrevive. Y en Bahía Blanca, la pregunta empieza a circular: ¿vale la pena seguir votando a quien confunde apoyo con cheque en blanco?

Milei no leyó la conveniencia mínima de cuidar su base electoral. Eligió el camino contrario: recortar a quienes lo sostienen. 

 

En tiempos donde el capital político se mide en fidelidad y resultados concretos, la motosierra aplicada a los propios es más que un error: es un símbolo de desconexión.

 

La conclusión es brutal: Bahía Blanca le entregó su voto masivo y recibió medio fondo. Milei sonríe desde el atril, pero en la rosca política todos anotan la misma frase: premiar con castigo no construye poder, lo destruye.

 

 

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