Provincia: despidos en cadena y un modelo que expulsa

El desempleo ya supera el 9% en la provincia de Buenos Aires. El cierre de plantas, la apertura de importaciones y la caída del consumo generan un goteo constante de despidos. La economía real no rebota: sangra.

Región29/07/2025
NOTA 2

No son despidos aislados. Es una trama. Una sucesión de bajas silenciosas que, sumadas, dibujan una postal cada vez más conocida: persianas bajas, operarios en la calle, gremios en pie de guerra. Desde Mar del Plata hasta Zárate, pasando por Canning, Pilar o Bahía Blanca, la provincia de Buenos Aires vuelve a ser el termómetro de un modelo económico que, lejos de activar la producción, la reduce a saldo de liquidación.

En el último mes, el frigorífico San Telmo de Mar del Plata despidió a más de la mitad de su planta. En Pilar, otra firma cerró sin previo aviso. En Zárate, tras la caída de dos químicas, ahora es Agrofina —del grupo Los Grobo— la que inicia desvinculaciones. En Canning, una subsidiaria de YPF amagó con echar a 40 trabajadores y, tras ser frenada por la conciliación obligatoria, amenaza con recortarles el salario. No es una excepción. Es el mapa completo.

 

Cuando se importa lo que se podía producir

La apertura indiscriminada de importaciones terminó de romper el equilibrio ya inestable de muchas industrias. Empresas que antes fabricaban localmente ahora prefieren importar desde Brasil. El resultado: producción detenida, personal sobrante, telegramas enviados. Mientras tanto, el consumo interno se desploma y las tasas de interés dejan a las pymes sin aire. El combo es letal.

Los gremios no dan abasto. Paros, asambleas, movilizaciones. Pero ni la lucha consigue detener el goteo. Porque no hay política de contención ni señales de recuperación. Y porque el Estado nacional, lejos de intervenir para cuidar el empleo, se retira. El mensaje es claro: que sobrevivan los que puedan.

Más de 680 mil bonaerenses sin trabajo

Los datos lo confirman. El desempleo en la provincia ya alcanzó el 9,3%, con picos de casi 10% en el conurbano. Son más de 680 mil personas sin trabajo, la mayoría jóvenes y mujeres. Y detrás de ese número hay otra dimensión: subocupados, cuentapropistas forzados, informalidad. El empleo registrado cae y el rebusque crece.

El panorama no es nuevo, pero se acelera. Las estadísticas ya muestran lo que en los barrios se siente hace meses: familias que no llegan, changas que desaparecen, oficios que se vacían. La fábrica que ayer funcionaba con dos turnos hoy no abre ni uno. Y el supermercado de la esquina ya no toma repositor: lo reemplaza con un cartel de alquiler.

La crisis laboral no necesita titulares grandilocuentes. Habla sola. Se cuenta en las ollas populares, en las ferias sin changas, en la fábrica con candado. La Provincia no es el epicentro por casualidad: es donde más se produce, más se vende y más se emplea. Pero también donde más rápido se siente el recorte.

El goteo es diario y no tiene fecha de vencimiento. Porque mientras el modelo apueste al ajuste, al dólar barato y a importar lo que antes fabricábamos, el saldo será siempre el mismo: menos trabajo, menos industria, menos país. Y eso, por más Excel que lo disimule, no hay relato que lo tape.

 

 

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