
En un acto cargado de definiciones políticas, el gobernador bonaerense cuestionó el modelo económico nacional y defendió la industria como motor del desarrollo. El Congreso Productivo se consolidó como un espacio clave de articulación territorial.
El presidente de Estados Unidos anunció que su administración apoyará la posición argentina ante la Justicia de Nueva York en la causa por la expropiación de YPF.
Política 17/07/2025El respaldo no es solo legal: confirma que el vínculo político entre Trump y Milei comienza a dar frutos estratégicos.
La política internacional rara vez ofrece gestos gratuitos. Mucho menos cuando se trata de una disputa por activos energéticos, bajo la lupa de la justicia de Wall Street y con miles de millones de dólares en juego. En ese tablero, la decisión del entorno de Donald Trump de respaldar a la Argentina en la causa por la expropiación de YPF no es un hecho aislado, ni puramente técnico: es un movimiento geopolítico, un mensaje político y, sobre todo, una señal de que el alineamiento de Javier Milei con el trumpismo empieza a rendir dividendos concretos.
El Departamento de Justicia norteamericano, bajo el ala republicana, se presentará como amicus curiae en la Cámara de Apelaciones de Nueva York para apoyar el pedido argentino de suspender el fallo que ordenaba entregar el 51% de las acciones de YPF a los fondos demandantes. En términos prácticos, el objetivo es que esa suspensión momentánea se mantenga vigente durante todo el proceso de apelación. Pero lo más relevante es quién lo hace y por qué.
Una jugada con impacto político
No es la primera vez que un gobierno de EE.UU. interviene en la causa. Durante la gestión de Joe Biden, la Casa Blanca también se expresó a favor de Argentina, sosteniendo que obligar al país a ceder acciones de su empresa energética violaría las normas de inmunidad soberana. Sin embargo, en aquel momento, la jueza Loretta Preska ignoró ese planteo y falló en contra del país.
Lo que cambia ahora no es solo la reiteración del argumento legal, sino el marco político. A diferencia del respaldo del equipo de Biden, que operó más como gesto institucional de buena vecindad, el actual posicionamiento de Trump aparece en un contexto de fuerte afinidad con el gobierno de Milei. Hay afinidad ideológica, sí, pero también operativa. La presencia de Javier Milei en la convención republicana no fue ornamental. En su discurso en la CPAC, el libertario le declaró lealtad política al trumpismo. Ahora, ese gesto tiene respuesta.
En la Casa Rosada leen el respaldo como una señal de que “el mundo empieza a entender la batalla por la libertad”, pero detrás del discurso hay una lectura más pragmática. Estados Unidos —sobre todo el Estados Unidos republicano— no quiere sentar precedentes judiciales que habiliten embargos o expropiaciones de empresas energéticas de interés estratégico, y menos en medio de la carrera presidencial. Que Argentina no tenga que entregar parte de YPF también preserva cierto orden legal que, en definitiva, protege a todos los Estados nación frente al apetito de los fondos buitre.
Para Milei, el apoyo es doblemente valioso. Por un lado, refuerza su narrativa de tener "amigos poderosos" en el mundo. Por otro, le da una carta fuerte en el frente interno, en medio de una situación económica delicada, donde cada gesto de apoyo puede ser traducido como confianza. Y además, si el amicus de Trump consigue frenar el cumplimiento inmediato del fallo, se gana tiempo. Y el tiempo, en política, siempre vale oro.
Un vínculo que se traduce en poder
En la lógica de Milei, donde el poder no se comparte sino que se exhibe, contar con el respaldo de Trump es un capital simbólico de alto voltaje. Pero también le permite ampliar su campo de acción. Mientras las relaciones con Brasil, China o incluso Europa se enfrían, el lazo con Washington toma otro cariz. En una causa donde lo jurídico, lo financiero y lo político están entrelazados, la aparición del trumpismo en escena cambia el tablero. No garantiza la victoria argentina, pero complica el camino de los fondos que buscan apropiarse de YPF. Y sobre todo, pone en evidencia algo que en geopolítica no es menor: los gestos tienen precio, pero también tienen valor. Milei apostó a Trump desde el primer día. Hoy, el expresidente le devuelve el favor. En un mundo donde los aliados escasean, tener un amigo que te banca en Nueva York no es un dato: es poder real.
Un gesto contra China y los BRICS
El respaldo de Donald Trump a la Argentina en la causa YPF no solo busca frenar el fallo judicial: también opera como una jugada geopolítica para limitar la influencia de China y del bloque BRICS en Sudamérica. Con Brasil liderando la ampliación del grupo —al que se incorporaron países estratégicos como Irán y Arabia Saudita—, Estados Unidos ve con preocupación el avance de una arquitectura alternativa de poder global con fuerte presencia en la región.
Apoyar a Milei, férreo opositor a China y al multilateralismo de los BRICS, es una forma de reforzar una cuña libertaria y proestadounidense en el Cono Sur. Trump entiende que sostener a Argentina como bastión aliado no es solo afinidad ideológica: es impedir que la infraestructura, la energía y los recursos estratégicos de América Latina terminen bajo influencia de potencias no alineadas a Washington. Y hacerlo desde la Justicia de Nueva York, en un caso tan simbólico como YPF, es una forma de marcar la cancha sin desplegar tropas.
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La Fundación Pensar, el think tank que responde a María Eugenia Vidal, publicó un informe que cuestiona los efectos sociales del modelo económico libertario. Aun así, ratificó el respaldo parlamentario al oficialismo, en plena rosca por las candidaturas bonaerenses.
Cinco meses después, el caso de las valijas libertarias sigue abierto. Las inconsistencias, los privilegios aduaneros y el silencio oficial incomodan al gobierno de Javier Milei. La justicia avanza, aunque los rastros se enfrían.
La Casa Rosada admite una crisis política tras los cruces con la vicepresidenta, mientras dilata los vetos sin abrir canales de negociación con las provincias. Gobernadores observan con cautela una interna que erosiona el poder real del Presidente.
En San Vicente, Axel Kicillof encabezó un acto de alto voltaje político y lanzó un mensaje directo contra el Gobierno nacional. A semanas del cierre de listas, el gobernador bonaerense profundiza su perfil opositor con gestión, obra pública y un discurso en defensa del Estado y los derechos colectivos.
Con el 19 de julio como fecha límite, el PRO y La Libertad Avanza negocian intensamente las candidaturas legislativas en la provincia de Buenos Aires. Intendentes, funcionarios y armadores empujan nombres en un frente donde la rosca manda más que los acuerdos formales.
El quiebre entre Javier Milei y Victoria Villarruel escala al nivel de la inteligencia interna. La vicepresidenta teme escuchas, blinda su despacho y convierte al Senado en una zona de contrainteligencia. Mientras tanto, desde el entorno del Presidente ya empezaron a filtrar gastos y rumores personales.
Con una inversión financiada por el Banco Mundial, la Provincia entregó computadoras, impresoras y lectores de DNI a hospitales municipales y provinciales. El objetivo es integrar historias clínicas y ampliar el acceso a la telemedicina en todo el territorio bonaerense.
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La Casa Rosada admite una crisis política tras los cruces con la vicepresidenta, mientras dilata los vetos sin abrir canales de negociación con las provincias. Gobernadores observan con cautela una interna que erosiona el poder real del Presidente.
Cinco meses después, el caso de las valijas libertarias sigue abierto. Las inconsistencias, los privilegios aduaneros y el silencio oficial incomodan al gobierno de Javier Milei. La justicia avanza, aunque los rastros se enfrían.
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