
En la Argentina, una de cada tres familias habita una vivienda inadecuada: casas sin baño, con conexiones eléctricas precarias o sin acceso al agua. Más de cinco millones de personas viven en barrios populares y un millón en hacinamiento crítico.
Con una pérdida real del 32 % desde noviembre y el empleo formal en retroceso, el salario mínimo argentino cayó a su nivel más bajo en casi un cuarto de siglo. La política antiinflacionaria de Milei logra frenar precios, pero al costo de pulverizar ingresos y consumo.
Actualidad05/10/2025El piso se convirtió en sótano
El Gobierno puede festejar una desaceleración de precios, pero la estabilidad sin salarios es apenas un espejismo estadístico. En agosto, el salario mínimo vital y móvil (SMVM) perdió otro medio punto frente a la inflación y acumuló una contracción real del 32 % desde noviembre de 2023. Traducido: hoy compra menos que en los meses previos al colapso de la convertibilidad.
El trabajador formal, que antes era un sobreviviente, empieza a ser un desaparecido del sistema productivo.
La paradoja del plan económico libertario es brutal: la inflación baja, pero también baja la vida. Mientras el dólar financiero se tranquiliza, la heladera se vacía.
El salario mínimo, que alguna vez fue referencia de dignidad, es hoy una cifra sin capacidad de ordenar nada. Ni salarios privados, ni convenios, ni expectativas. En la práctica, dejó de ser “mínimo” para volverse simbólico.
Menos trabajo, más precariedad
El deterioro no se limita al poder de compra. En junio se perdieron más de 12 mil empleos formales privados y, aunque el sector público compensó parcialmente, la pérdida neta fue de 4 mil puestos. Desde noviembre pasado, casi 190 mil trabajadores formales quedaron fuera del sistema.
Las empresas que resisten lo hacen con estrategias defensivas: suspensiones encubiertas, reducciones de jornada y pagos en cuotas. No es “eficiencia”, es supervivencia.
La caída del empleo y el salario combinadas generan una trampa perfecta: menos consumo, menos producción, menos empleo. La recesión se retroalimenta y la macro que festeja el superávit convive con góndolas vacías.
El salario como variable de ajuste
Milei prometió “ajustar al Estado, no al pueblo”. Sin embargo, la arquitectura de su programa recae sobre el bolsillo de los trabajadores. La licuación salarial es la columna vertebral del nuevo orden macroeconómico: permite mostrar superávit, reducir subsidios y enviar la señal de “responsabilidad fiscal” que exigen los acreedores.
En la economía real, el resultado es otro. Los comercios de barrio venden un 30 % menos, los créditos personales desaparecieron y las paritarias quedaron atrás de la inflación. La mejora en los números macro es, en realidad, una transferencia de ingresos del salario al capital financiero.
La política salarial brilla por su ausencia: el Consejo del Salario no fija metas ni plazos; apenas administra la caída. Nadie discute que la inflación debe bajar, pero hacerlo sobre la espalda de los asalariados es un camino que ya se probó. En 2001 terminó con default y cacerolas.
El espejo de la historia
En septiembre de 2011, el salario mínimo argentino tocó su máximo poder adquisitivo. Desde entonces perdió 62 %. Pero la diferencia clave está en la estructura: hoy la economía crece en términos financieros mientras se achica en términos humanos.
Los indicadores laborales no mienten: la masa salarial cayó, el empleo formal retrocede y los ingresos informales no alcanzan para compensar. El modelo Milei se parece cada vez más a un orden contable sostenido por el desorden social.
En la calle, la discusión dejó de ser ideológica: es aritmética pura. Lo que se gana no alcanza para vivir. Y cuando la macroeconomía se separa del cuerpo social, la política pierde anclaje.
La economía que se ordena sola
El Gobierno repite que “el mercado se está ordenando solo”. Pero ese orden, sin salario ni trabajo, no es equilibrio: es exclusión.
El salario mínimo ya no es una herramienta de política, sino el testimonio de un derrumbe. Recuperarlo no es un acto administrativo, sino una decisión política. Porque en la historia argentina, cada vez que el salario se derrumbó, lo que vino después no fue estabilidad, sino crisis.
La economía puede estabilizarse en los papeles, pero los pueblos no viven de planillas Excel. Viven de poder llegar a fin de mes sin hipotecar la dignidad. Y ese es un indicador que, hasta ahora, no aparece en ningún informe del Banco Central.
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Bajo la consigna “Somos productores, no esclavos del saqueo”, un grupo de chacareros realizará este sábado un “tractorazo” contra el fin de las retenciones cero a los granos.
Triple femicidio en Florencio Varela y la opinión pública ¿se conmueve?.Brenda, Lara y Morena fueron secuestradas, torturadas y asesinadas. La policía como auxiliar de la justicia buscó a un joven de 20 años, de nacionalidad peruana y lo encontró.
La agencia que maneja Juan Pazo habilitó en su web datos sensibles de contribuyentes argentinos en bancos de EE.UU. y luego lo llamó “fallo de interfaz”. El episodio muestra que el intercambio FATCA funciona y que el fisco sabe más de lo que dice.
El FMI elogió los “avances” de Milei contra la inflación, pero lo retó en público: sin reservas en el Banco Central y sin acuerdos políticos, no habrá sostén posible. Palmaditas en Washington, ansiedad en los mercados y una pregunta incómoda: ¿de qué sirve el respaldo si el Gobierno quema dólares y no construye puentes?
Con una mayoría aplastante, la Cámara Alta volteó los vetos presidenciales y obligó al Ejecutivo a promulgar dos leyes clave: la emergencia pediátrica y el presupuesto universitario. El Gobierno suma así su tercera derrota legislativa en un mes y exhibe un problema estructural: no consigue los consensos mínimos para sostenerse.
Tras una semana de euforia, el Tesoro de EE. UU. bajó el tono: Scott Bessent dijo que “no estamos poniendo plata en Argentina” y que el “rescate” se reducirá a una línea de swap. No es lo mismo que un préstamo. Trump se enfrenta a la bronca de sus chacareros que compite con los nuestros por China.
El nuevo ranking QS confirmó que la UBA se mantiene entre las diez mejores universidades de Latinoamérica. En Chile las universidades son pagas y en Brasil solo 1 de cada 30 accede a la educación superior.
En el marco de la 51° Peregrinación Juvenil a Luján, que se desarrolla este fin de semana bajo el lema “Madre, danos amor para caminar con esperanza”, el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires y los municipios de Moreno y Merlo reforzaron los puestos de apoyo e hidratación para acompañar a los miles de fieles que ya están en camino hacia la Basílica.
“Este fin de semana tuvimos el honor de recibir a Alejandro Alonso para la presentación de su libro Los Rengos de Perón. Crónica de un militante del Frente de Lisiados Peronistas” anunciaron desde el oficialismo de Merlo en redes sociales y agregaron “una obra que rescata una parte valiosa de nuestra historia: el protagonismo social y el costo que pagaron muchos durante la dictadura”.
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El exministro de la Corte Suprema, Eugenio Raúl Zaffaroni, lanzó fuertes críticas al gobierno nacional, al que acusó de estar en “caída libre con todos los escándalos” y de utilizar el término “zaffaronismo” como una maniobra para desviar la atención de sus problemas.
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