Asalto final: Karina obligó a Santiago Caputo que le rinda sus “trolls”

El corazón de la rosca libertaria no está en el Congreso ni en las reuniones de Gabinete. Está en las sombras de la comunicación digital, en las oficinas paralelas y en las estrategias de red. Allí se jugó la batalla más sensible del oficialismo: el control de los trolls. Y Karina Milei ganó. No porque haya convencido, sino porque cercó, presionó y finalmente, desmanteló el aparato que hasta ahora había operado bajo la órbita de Santiago Caputo.

La decisión fue quirúrgica: sacó de escena a Eduardo González, operador de Caputo en Educ.ar y responsable de un contrato directo por casi 80 millones de dólares con Leonardo Scatturice, el empresario tech del entorno libertario. Con ese movimiento, Karina empezó a correr la alfombra del salón de operaciones caputista. Y cuando decimos correr, hablamos literal: los trolls fueron reubicados. Ya no operan desde Casa Rosada. Se mudaron al Palacio Libertad, el viejo CCK, hoy búnker del neomenemismo con sede alternativa.

Karina no está sola. El operativo fue en términos logísticos y políticos una demostración de fuerza del ala que lideran los Menem junto a Sebastián Pareja. El plan no era solo disciplinar: era ocupar. Por eso, se activó la vigilancia sobre la sede de Reconquista 40, base histórica del aparato digital de Caputo. Ya nada de eso opera en libertad absoluta.

Caputo sin espada pero en la mesa

Santiago Caputo vio el fuego venir y aceptó negociar. El martes, envió a Tomás Vidal, su mano derecha, a reunirse con los equipos de comunicación de Lule y Pareja. La mesa no fue una cumbre de iguales: fue una puesta en escena de control. Le mostraron el mapa de campaña, le aclararon que las candidaturas se habían definido por "rosca" y que su rol debía ajustarse. Él, que había sido el cerebro de las elecciones pasadas, ahora volvía con un límite trazado.

El Miércoles se dio el gesto político: Karina y Caputo se reunieron a solas. Fue el cierre de un proceso más emocional que racional. Ella le abrió la puerta de regreso a la mesa, pero a cambio de todo. Caputo dejó de ser el Dueño de los Bots para transformarse en un estratega más, supervisado, contenido y vigilado. Su retorno tiene forma de jaula dorada.

La armonía posterior fue una tregua maquillada. Pilar Ramírez, mano derecha de Karina en CABA, logró un equilibrio con Macarena Alifraco y Lucas Luna, dos operadores puros de Caputo. Pero no todos los nombres pasaron la prueba. Rodrigo Lugones sigue adentro, pero "Sagaz" quedó fuera: vetado tras un encontronazo digital con Sharif, el menor del clan Menem.

El Salón Martín Fierro, epicentro de la estrategia libertaria, vuelve a tener a todos sus jugadores, pero con nuevas reglas. Karina manda, y el que quiere jugar, rinde cuentas. Los que no, ya saben lo que les espera: mudanza, recorte y silencio.

En la interna libertaria no hay lugar para dos soles. Karina Milei se impuso como el centro gravitacional del poder, no por carisma, sino por estructura. Sabe que el relato se administra, pero el control se ejerce. Le quitó el megáfono a Caputo y le dejó la silla. La estrategia es clara: mantenerlo cerca, sin espada. Porque en esta Casa de Hierro, el que no rinde cuentas, rinde armas.